Los “10 mandamientos” de toda madre de día
Texto y fotos: Arancha Cuéllar, de La Casita de Pez Austral.

Las madres de día tenemos una forma de trabajar con la primera infancia que nos define y caracteriza.
Y en el centro de todo están el respeto y la calma como una constante en nuestros nidos.
1.El juego y el movimiento en libertad
Una madre de día ofrece su hogar como un espacio cálido y adaptado a la infancia. Con un ambiente preparado, materiales adecuados y a su altura, el niño aprende mientras juega y se mueve de forma autónoma.
2. Observación sin intervención
Dejarle hacer. Sin anticiparnos. Sin pensar que porque le enseñemos a hacer una torre la va a hacer mejor que si la hace solo. Solamente ayudamos al niño cuando nos pide ayuda. Si no lo hace, nos limitamos a observarle durante el juego.
3. Validamos emociones y acompañamos rabietas
Nos ponemos a su altura y empatizamos con el peque que tiene una rabieta. Le hablamos desde la calma validando sus emociones y sin ignorar su llanto. Y al ratito, le ofrecemos nuestro abrazo.
4. Les calmamos si se caen y se hacen daño
Si un niño se cae y llora, nos acercamos, nos ponemos a su altura y le calmamos permitiéndole llorar todo el tiempo que necesite.
5. Les hablamos a su altura verbalizando todo
Siempre a su altura, anticipamos lo que vamos a hacer para que sienta seguridad en todo momento. Incluso un gesto tan simple como abrocharle el abrigo, se lo advertimos diciéndole que vamos a abrocharle el abrigo.
6. Buscamos ratitos de atención individualizada:
Aunque tengamos hasta cuatro peques en el nido, siempre encontramos un ratito para cada uno de ellos de forma individual. Puede ser durante un cambio de pañal o en el juego, o antes de dormirse
7. Le proponemos alternativas al “no”
En lugar de abusar del no, intentamos transformar cada “no” en una acción en positivo. En lugar de pedir a un niño que no grite, le decimos que “hable un poco más bajito”.
8. Intervenimos si hay un conflicto
Intervenimos frente a cualquier conflicto que surja en el día a día. Si vemos que uno de nuestros niños pega o quita un juguete a otro en el parque, en ese mismo momento ponemos el límite y le explicamos, siempre a su altura, por qué no debemos hacerlo.
9. Respetamos su ritmo individual de desarrollo
Cada niño tiene un ritmo individual en función de su edad y eso lo tenemos muy presente. No pretendemos que todos duerman a la vez o coman a la vez. Dependerá de lo que necesite cada uno de ellos.
10. Somos un ejemplo para nuestros peques
Una madre de día debe saber que cada cosa que haga será imitada por el niño, como figura de referencia que somos para él. Por eso, nuestro comportamiento en el día a día debe ser ejemplar en todos los sentidos.